“Se está produciendo una
persecución que sobrepasa los motivos bélicos y que tiene que ver con el origen
étnico de los sospechosos.”
José Naranjo. Hace sólo dos semanas
publiqué un post en este mismo blog llamado “Una guerra sin focos (por ahora)”,
en la que denunciaba el bloqueo informativo sobre el conflicto de Malí. Ahora
que la guerra está un momento clave, ahora que Gao y Tombuctú están siendo
“liberadas” y que se persigue a los yihadistas “puerta a puerta”, hay que decir
que aquellos primeros temores se han confirmado por completo. Francia oculta
esta guerra y la represión que trae consigo y Malí se limita a seguir,
encantada de la vida, las consignas que emanan de la Quai d’Orsay.
Este conflicto ha supuesto
la puesta en marcha de toda una estrategia de propaganda que se sustenta en dos
pilares. En primer lugar, el bloqueo de los periodistas mediante un intrincado
sistema de controles militares que impide llegar allí donde se está produciendo
la noticia. Los cientos de periodistas que están en Malí no han venido aquí de
turismo ni a permanecer sentados en bares y restaurantes reactivando el sector
hostelero maliense. Han venido a hacer su trabajo. Y Francia lo impide.
“No podemos decir todo, no
podemos mostrar todo. Esto será una visita guiada”. Estas sintomáticas palabras
las pronunció el capitán Keita, encargado de comunicación del Ejército maliense
en Sevaré, el pasado sábado cuando, tras ejercer mucha presión, se autorizó el
paso hasta Konna a un convoy de unos 20 vehículos llenos de periodistas.
Escoltados por los militares, plumillas, cámaras y fotógrafos llegamos a este
pueblo dos semanas después de que se hubiera librado allí una intensa batalla.
Tiempo suficiente, claro está, para llevar a cabo la necesaria “limpieza” y
adoctrinamiento de la población. “Hay cosas que no se pueden mostrar”.
El segundo pilar de la
estrategia consiste en abrir esa espita sólo a los medios “amables”. Es decir,
a las cadenas de televisión y medios públicos ya sujetos a un estricto control
por parte del Estado. Salvo algún hábil y experimentado periodista local que ha
logrado colarse por sus propios medios y contactos, en Gao están France24,
Radio France International y la maliense ORTM para contar lo que el Elíseo
decida que se cuente, trasladados hasta allí en un cómodo avión de guerra
francés.
Hace poco más de una
semana salió publicada al mismo tiempo en L’Express y en El País una noticia
con las primeras evidencias de que se estaban llevando a cabo ejecuciones
sumarias y todo tipo de abusos contra población civil acusada de colaborar con
los yihadistas o simplemente señalados por proceder del norte y ser, por tanto,
“sospechosos”. La publicación de esta noticia generó en los días posteriores
una gran ola de reacciones pues todos los medios se aprestaron a seguir la
pista. Un curtido fotógrafo de Associated Press logró sacar una fotografía de
cadáveres amontonados en el fondo de un pozo.
Pero, sobre todo, lo que
provocó esta información fue un enrarecimiento de las relaciones entre los
ejércitos de Malí y Francia y la prensa. Esta noticia, totalmente contrastada
con imágenes y testimonios, ponía en entredicho el carácter “benéfico” de la
intervención francomaliense y podía afectar a la imagen redentora de las tropas
galas, que no han hecho ningún esfuerzo por saber lo que está pasando
realmente. Esto es, sin duda, parte de “lo que no se puede decir ni mostrar”.
A los periodistas que
llevamos una semana en Sevaré nos han intentado expulsar varias veces a Bamako
tras la publicación de esta noticia. Los militares malienses han llegado a
venir a exigirnos que nos vayamos, ordenando al dueño del hotel que preparara
todas las facturas y nos pusiera en la calle. Sólo las quejas al más alto nivel
impidieron este acto que hubiera vulnerado las mínimas normas, acuerdos y
convenios relativos al trabajo de periodista. Pero las presiones están ahí.
Les dejo de nuevo con el
capitán Keita: “Esta visita a Konna es una prueba, si hacen su trabajo con
profesionalidad luego les podremos llevar a Douentza y a Gao”. Los militares
convertidos en jefes de redacción y los periodistas en una especie de ganado al
que conducir con la vieja técnica del palo y la zanahoria. Pero las evidencias
de que se está produciendo una persecución que sobrepasa los motivos bélicos y
que tiene que ver con el origen étnico de los sospechosos están ahí. Para quien
quiera verlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario